Estas tres hermanas, se dicen que fueron hijas de Erebo y Noche, y otros que las engendró Zeus en Temis, así que no se sabe con certeza quienes eran sus padres. Las Moiras eran la representación del destino y se llamaban Cloto la hilandera, Láquesis la que echa a suertes y Átropos la inevitable. Ellas concedían a los hombres la felicidad y también la desgracia, porque determinaban el día de su muerte. Sus decisiones estaban incluso por encima del poder de Zeus, ya que el solo podía pesar la vida de los hombres en una balanza de oro con las suertes de la muerte. La que pesaba más ganaba la contienda y decidía el destino de la persona.
Ellas tenían que asegurar que el destino de cada uno se cumpliera, incluyendo el de los dioses. Deben asistir al nacimiento de cada persona, hilar y predecir su destino, en la tradición griega, se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida.
Las Moiras tenían un huso en el cual hilaban la vida de cada persona. Cloto hilaba, Láquesis media con una vara su longitud y Átropos la cortaba con sus tijeras, la vida era determinada por hilos, lana blanca o dorada para los momentos en la vida de felicidad y de lana negra los momentos de dolor.
Se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas, Cloto portando una rueca, Láquesis con una vara, una pluma o un globo del mundo y Átropos con unas tijeras o una balanza, en otras ocasiones se les atribuye la apariencia de tres viejas hilanderas, o de tres melancólicas damas, una doncella, una matrona y una anciana respectivamente, por lo general iban vestidas de blanco, y por eso se las diferenciaba de otras damas.
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